|
|
El Convento de Dominicas
Fundado por Don Juan Manuel
En La Alberca
Por cortesía de Jesús Expósito
En la memoria colectiva de nuestro pueblo aparece siempre el dato que, además del entrañable convento carmelitano de Santa Ana, existió en un tiempo lejano, otra comunidad de religiosas en la villa. Ya en las Relaciones
de Felipe II, del año 1575, se menciona dicha fundación, “que
la dicha villa es muy antigua por razón de una escritura o donación que hizo
don Juan Manuel, rey (¡), hijo del infante Don Juan Manuel, a un monasterio de
monjas que hubo en esta villa, que al presente residen en la villa de Belmonte,
que se fueron a elle, la cual donación parece que se hizo doscientos y dos años
há porque fue a dos días andados de henero del año de mill y trescientos y
setenta y tres años; pero no hay noticia del fundador, y esto dixeron que saben
por la razón dicha.” Pero ¿que otros datos tenemos acerca de esta histórica
fundación?.
Pues bien, el donante no es otro que el mal llamado “Infante Don Juan
Manuel”, ya que el infante era su padre, Don Manuel, hermano del rey Sabio.
Don Juan Manuel, vinculado a estas tierras por pasar el territorio de Alarcón a
su poder, es uno de los personajes del bajo medievo más importantes en nuestra
historia y de nuestra cultura. Llegó a formar uno de los señoríos mas
importantes de la época, como es el Señorío de Villena. Pero ¿por qué
motivo esta fundación en la Alberca?.
Nos tenemos que remontar al año 1335, cuando el Chanciller Alfonso Pérez,
vasallo de Don Juan Manuel, deja en su testamento su rica hacienda de “el
Alverca” para que se haga un monasterio “...la
mi casa del Aluerca con casas e viñas e tierras e huertas labradas e por labrar
e con cubas e tynas e quanto yo he e deuo auer en el Aluerca e en su termino e
en termino del amarguiello, aldeas de Alarcon, para que se faga y un monasterio
de dueñas de la orden de Sancto Domingo de Caleruega, que sean ençerradas asy
commo lo son las dueñas de Maydrit...e mando a mi señor don Iohan que el faga
complir este mi testamento por quanta crianza el me fizo e por algun çeruiçio
que yo le fiz”. Don Juan Manuel aprovecha los deseos de su Chanciller para
fundar el Convento de San Ildefonso de la Alberca “según
son las dueñas de Maydrit e que traygan asy velos prietos ante los rostros como
los traen las de Maydrit”.
Además les concede la totalidad de rentas y tributos que en su término le
pertenecía tanto a él como al concejo de Alarcón, pero sin poder ejercer
justicia. Las tierras concedidas llegaban a alrededor de seis mil almudes. Fue
tanto el poder que tuvo dicha comunidad que llegaron a ejercer como señoras de
la población, y ya en el siglo XV aparecen sucesivos pleitos que el concejo
tuvo con las monjas. Para que tengamos una idea de este poder, entre los años
1381-1388 el marques de Villena concede a la comunidad unos beneficios de 1000
maravedíes.
La comunidad sigue siendo favorecida por el marques periódicamente , y así en
1385 adquieren unos molinos en el término del Robledillo, que aumentan su
patrimonio. Durante un siglo más permanece la comunidad en la Alberca, hasta
que a instancias del Marqués de Villena Don Diego López Pacheco, el Papa
Alejandro VI dio Bula con facultad para trasladarse al Belmonte, y aquí se
instalaron el 8 de Junio de 1499 bajo la advocación de Santa Catalina de Sena.
Entre los datos interesantes sobre esta comunidad de monjas, debemos resaltar
sobre todo uno que nos proporciona el Padre Pablo Carrasco (S.XVII), al escribir
las “Memorias de la Fundación del Convento de Santa Ana de la Alberca ”. En
dicho libro (hoy perdido) nos dice lo siguiente a cerca de esta villa: “
lugar de mayor población y vecindad, con nobleza y limpieza de sangre y casas
muy antiguas que allí lo denotan. Ilustre
también en letras, armas y virtud, con buen adorno de política y urbanidad en
su común trato y procedimientos. Y , en prueba de la religiosidad de la
misma, añadía que antiguamente había habido en ella “un
convento real de monjas dominicas que por varios sucesos fue trasladado a la
villa de Belmonte” , desde donde todos los años, el día de San Pedro Mártir,
se traía “en procesión a ésta de la
Alberca (por condición que sacó y obligación de las religiosas) una espina de
la corona de Cristo Nuestro Redentor, con solemne fiesta y regocijos y concurso
de ambos lugares comarcanos”.
Dicha espina, que debió pertenecer a la comunidad de la Alberca, se veneró en
Belmonte durante mas de cuatro siglos, dándola a pública veneración todos los
años el día de Viernes Santo, hasta
que la comunidad de dominicas de Santa Catalina de Sena, es trasladada el 23 de
Agosto de 1960 a la villa de Olmedo (Valladolid), donde actualmente se encuentra
tan venerada reliquia.
Pocos son los vestigios que aún quedan visibles en nuestro pueblo del
Monasterio de San Ildefonso, en la llamada Plaza de San Pedro (en el altozano).
Restos del ábside Gótico y de uno de los muros de la Iglesia de San Pedro, Mártir
que lamentablemente en un corto plazo de tiempo pasarán a desaparecer para
siempre.
A continuación transcribiré un curioso documento que narra el milagro de
sudar sangre la Santa Espina de la Alberca y Belmonte, cuando esta se encontraba
en la Alberca, los días 29 y 30 de abril del año 1614, en las fiestas que
habitualmente se venían celebrando por San Pedro, Mártir todos los años. Esto
es lo que nos dice:
Copia
de la información que se hizo en la Alberca a treinta de abril de 1614 a
petición de este convento por averse visto sangre en la Santa espina que
posee esta convento, una de las de la corona de espinas de Nuestro Señor
Jesucristo en el dia 29 y 30 de abril de dicho año con seis testigos
En la Villa de la Alberca treinta dias del mes de abril de mill seiscientos y
catorce años ante el señor Alvaro García de Peñaranda Plaza Alcalde
ordinario de dicha villa por su magestad por el estado de hijosdalgo parescio el
Padre fray Alonso de Palencia Blanco de la Orden de Predicadores confesor y
procurador de el convento y monjas de Santa Catalina de Sena “La Real” de la
Villa de Belmonte y dixo que el dicho convento tiene una Santa Reliquia que es
una de las espinas de la corona de Nuestro Señor Jesuchristo que hubo en su
Santa Passión la cual dicha Santa Reliquia el dicho convento acostumbra de la
traer a esta Villa por los religiosos por le hacer caridad y merced y porque el
dicho convento su primera fundación fue en esta villa y ansi mesmo tiene en
ella sus heredades y otras rentas y con esta buena
costumbre a instancia y pedimento desta villa a traido la dicha Santa
Reliquia a esta villa, y la truxo a los veinte y ocho días deste presente mes
vispera del Señor San Pedro Martir cuya fiesta esta villa celebra con mucha
solemnidad porque es la Iglessia que solía tener en esta villa el dicho
convento de la advocación del dicho Señor San Pedro Martir y mostrando y
tocando la dicha Santa Reliquia a las gentes sa ha visto claramente que la dicha
Santa Reliquia a vertido sangre de tal manera que tocando a un tafetán que trae
por cobertor se quedó la sangre señalada y pegada y el dicho tafetan con
sangre y esto se ve muy claro y manifiesto que la dicha Santa Reliquia tiene
sangre lo cual no la solía tener y le pide y requiere haga dello información
para que se vea la verdad de cómo es milagro claro y patente y pidió justicia
y testimonio y lo firmó de su nombre fray Alonso de Palencia Blanco.
Y
el dicho señor alcalde aviendo visto el dicho pedimento dixo que mandaba y mandó
que el dicho padre fray Alonso de Palencia Blanco presente los testigos de quien
se entiende aprovechar que esta presto de los examinar a el tenor del dicho
pedimento y firmolo Alvaro García de Peñaranda, Sancho Manuel Belmar . Este
dicho día mes y año dichos Yo el escrivano notifiqué el dicho mandamiento del
dicho Padre fray Alonso de Palencia Blanco en su persona. Sancho Manuel Belmar.
En la Villa de la Alberca a treinta días del mes de abril del dicho año de
seiscientos y catorce años ante el dicho señor Alvaro García de Peñaranda
alcalde ordinario de esta villa susodicho parescio el dicho fr. Alonso de
Palencia Blanco, y para la dicha información presentó por testigo a el
Licenciado Christobal Gallego, clérigo Presbítero vecino y natural desta villa
de el cual fue requerido juramento
en forma de derecho y el lo hizo como se requiere poniendo la mano en el pecho a
ley de sacerdote y prometiendo de decir verdad y siendo preguntado por el
dicho pedimento dixo que este testigo conoce al dicho padre fray Alonso de
Palencia Blanco de la Orden de los Predicadores confessor y procurador del
convento de Santa Catalina de Sena
“ La real” de la villa de Belmonte y assi mesmo sabe que el dicho convento
tiene una Santa Reliquia que es una espina de las setenta y dos espinas de la
corona que Nuestro Señor Jesuchristo hubo en su Santa Cabeza en su sagrada
Passión y muerte quando redimió el género humano y por tal la tiene este
testigo y la ha visto ¿? y tener y predicar en esta villa de mucho tiempo a
esta parte que es después que este testigo tiene uso de razón y la dicha Santa
Reliquia el dicho convento la trae a esta villa por sus religiosos a instancia
desta villa y por ser la primera fundación de el dicho convento en esta villa y
por le hacer merced y caridad por el día de Señor San Pedro Martir que es la
advocación de la Iglessia que el dicho convento hubo en esta villa y con la
dicha buena costumbre este presente año para la dicha fiesta del señor San
Pedro Martir el dicho padre fray Alonso de Palencia Blanco en nombre del dicho
convento truxo a esta villa la dicha Santa Reliquia a los veinte y ocho días
deste mes de abril y mostrándola y tocandola a las gentes este testigo le
suplicó a el dicho padre fray Alonso de Palencia Blanco le hiciesse caridad y
merced de mostrar y tocar la dicha Santa Reliquia a él y a otras personas que
allí estaban y assí el dicho padre fray Alonso de Palencia sacó la dicha
Santa Reliquia de la vidriera y custodia donde estava y la mostró a este
testigo y al dicho señor Alcalde y a otras personas que allí estavan y el
dicho Padre fray Alonso de Plencia Blanco dixo no he visto esta Santa Reliquia
como la veo ahora que está de diferente color y con sangre, lleguese vuessas
mercedes a la ventana y la veran y assí este testigo llegó a la ventana del
aposento de la casa de dicho convento en esta villa a donde daba el sol y estava
muy claro y vió este testigo claramente como la dicha Santa Reliquia tenía
sangre hacia la punta y le parece que tenía la dicha sangre hasta la mitad poco
mas o menos y assí en un viril de plata que tiene en medio de la dicha Santa
Reliquia tenía sangre y esto lo vio este testigo ayer veinte y nueve deste
presente mes de abril a ora de las tres de la tarde poco mas o menos en la cassa
de el dicho convento que tiene en esta villa en el aposento de ella y assí
mismo la a tomado a ver hoy dicho día treinta del dicho mes en manos del dicho
padre fray Alonso de Palencia en la dicha cassa y que este testigo ha visto la
dicha Santa reliquia de la espina otras muchas veces y tenido en su mano como
sacerdote y se ha tocado a los ojos y boca y no la ha visto de la color ni con
sangre como ahora la ha visto lo cual ha tenido este testigo por grande milagro
que Nuestro Señor Jesuchristo ha sido servido de hacer y assí lo ha publicado
y dicho y esto es la verdad para el juramento que dicho tiene y firmolo y dixo
ser de cinquenta años poco mas o menos. Alvaro García de Peñaranda el
Licenciado Christobal Gallego ante mi Sancho Manuel Belmar.
[1]
Aurelio Petrel Marín, “El Señorío de Villena en el siglo XIV”. Instituto de estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, 1998.
|
|
|